El mundo actual basado en la tecnología y la digitalización acoge sus ritmos sometidos a cambios vertiginosos. Estos cambios provocan que muchos de los conocimientos que son adquiridos en época escolar se queden obsoletos casi antes de que salgamos de dicha etapa de nuestras vidas. Sucediendo lo mismo en la educación superior.
Uno de los retos para la educación siglo XXI es enseñar a niños y jóvenes a adaptarse a los cambios a través del desarrollo de soft skills como gestión del tiempo, resolución de problemas y resiliencia, que les permita adaptarse a diferentes grupos de trabajo y entornos. Así lo remarcaban desde 2013 grandes organizaciones como Fundación Telefónica que realizó un estudio con 50.000 profesores/as de 14 países diferentes, y de hecho, este es el camino a seguir marcado por la Unión Europea con el Plan de Acción de Educación Digital.
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La realidad la la educación en el siglo XXI
Los datos que dejaron a la vista la realidad de la educación obsoleta hace siete años.
El informe final de dicho proyecto destacaba que “muchos alumnos brillantes fracasaban en su inserción laboral y social”. Lo que denota que no solo es necesario adquirir una serie de conocimientos para alcanzar una buena posición profesional, sino que es necesario el desarrollo de otras habilidades y capacidades como la creatividad, la educación emocional o la colaboración entre otras. “Educar el alma es tan importante como educar la mente” dice Jannet Patti, profesora de liderazgo del Hunter College the Nueva York.
Pero ¿Hemos sido verdaderamente conscientes de esta necesidad de cambio?
Este siglo XXI será, sin duda, marcado por una revolución educativa que fomente la iniciativa, la creatividad y la imaginación, una enseñanza activa, consciente, innovadora y disruptiva. Pero para ello el método actual en los centros educativos deberá comenzar a evolucionar y asumir los cambios en la educación siglo XXI progresivamente.
Educando a las personas para poder realizarse y convertirse en ciudadanos activos y compasivos
A fin de cuentas, el objetivo es que el alumnado desarrolle sus propias habilidades para aprender y descubrir nuevos aprendizajes significativos, enfocados hacia la formación y educación integral. Ken Robinson, uno de los padres de esta revolución a quien perdimos en el pasado año 2020, establecía que la educación es “capacitar a los estudiantes para que comprendan el mundo que les rodea y conozcan sus talentos naturales con objeto de que puedan realizarse como individuos y convertirse en ciudadanos activos y compasivos”.
Retos de la educación del siglo XXI
¿Cuáles son por tanto los retos de la educación del siglo XXI?
- Formar ciudadanos para el siglo XXI: creativos, críticos, emprendedores, competentes digitalmente, con amplio desarrollo de soft skills y capaces de adaptarse a ambientes profesionales diversos en un mercado laboral cada vez más dinámico.
- Desarrollar políticas públicas que favorezcan la inclusión social en el mundo educativo y profesional, tal como orientan los Derechos Humanos o cualquier convenio internacional de educación.
- La cultura de la digitalización lleva años instaurada en la sociedad, ya nos hemos dado cuenta de sobra con la situación actual de la pandemia, las instituciones educativas no pueden permanecer ajenas a este hecho, por lo que la digitalización debe de incluirse de forma efectiva en los centros de enseñanza.
- Extraer la inteligencia colectiva: en una sociedad cada vez más compleja sobrevivir en ella depende cada vez más de una inteligencia colectiva. El ser humano es social por naturaleza, por lo que ha de aprovechar las posibilidades abiertas de la sociedad digital.
- La tecnología no reinventa la pedagogía, solo amplía sus posibilidades. Para introducir las TIC en la educación se debe dar la intersección entre contenidos, pedagogía y tecnología.
- Replantear los métodos de evaluación: aprender utilizando las TIC requiere un planteamiento metodológico distinto al de adquisición de meros contenidos. Evaluar este tipo de aprendizajes no debe centrarse, por tanto, en determinar el éxito en adquisición de contenidos sino en el dominio de las competencias del siglo XXI.
- Romper el mito de los nativos digitales, es decir, la consideración de que todos los jóvenes son nativos digitales y dominan las TIC para usos de provecho en el siglo XXI.
- Fomentar la creatividad: el alumno nace siendo creativo y el sistema educativo ha de generar las condiciones para que pueda seguir desarrollando esa capacidad, y no ahogarla, como sucede actualmente.
- Importancia de la educación emocional: la finalidad principal de la educación es que cada persona pueda alcanzar un grado óptimo de bienestar social y emocional.
- Cooperación entre familia, escuela y comunidad: la educación no es exclusiva de las instituciones educativas y es posible aprender en cualquier lugar de la sociedad.
- Liderazgo sin burocracia: el liderazgo en una institución educativa debe tener como finalidad principal la mejora educativa, con un liderazgo centrado en la pedagogía y alejado de la pura burocracia.
- La sociedad digital requiere de competencias que los sistemas educativos han de desarrollar (autonomía, adaptación, tratamiento de la información, etc.), reformando el currículo. Se requerirá de unidades didácticas más simples basadas en tales competencias útiles para la inserción social, aprendiendo de forma conectada en red.
- Fomentar los intereses del alumno: el aprendizaje debe producirse de forma natural, partiendo de los intereses del aprendiz.
- Un nuevo rol del profesor y su formación: desde la transmisión de contenidos a la orientación y apoyo del alumno, generando las condiciones para que sea este el que, de manera activa y experimental, construya su propio conocimiento.
- Nueva ecología del aprendizaje: existe una nueva ecología del aprendizaje que está reconfigurando la educación. Volvemos a entenderla en su sentido amplio, más allá de su simple consideración como escolarización.
- La educación fuera de la escuela: hay que considerar todos los ámbitos educativos posibles, ya que el aprendizaje obtenido fuera del aula es cada vez mayor.
- La educación actual se basa en aprender y memorizar contenidos. Sin embargo, sería más interesante focalizarse en el aprendizaje en red, en la capacidad de buscar información y de poner en práctica los conocimientos adquiridos.
- Una formación adaptada a las demandas: la construcción del currículo que deberá configurar los nuevos perfiles que demanda la sociedad tendrá que hacerse entre todos los agentes involucrados en su desarrollo. La sociedad y las escuelas deben colaborar para adaptar la formación a las demandas sociales del siglo XXI.
- Se trata de formar a ciudadanos, no solo a profesionales eficientes: un sistema educativo abierto a la comunidad y basado en aprendizajes colaborativos que implican a toda la sociedad. La labor de este sistema no es formar a ciudadanos únicamente para ser útiles a un mercado, sino formar a personas capaces de desenvolverse en todos los niveles sociales.
- Evitar la ansiedad tecnológica: la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, es imposible predecir qué tipo de tecnología habrá en un futuro próximo. Lo que sí tendrá que hacer la sociedad, es diseñar cómo quiere que sea la educación del siglo XXI con los sistemas de gestión de aprendizaje que tenemos actualmente.
¿Cómo debería ser la educación en el siglo XXI?
Entonces, ¿cómo debería ser la educación en el siglo XXI? O mejor aún, ¿Cómo soñamos el futuro de la educación?
La educación en el siglo XXI en España debemos enfocarla para brindar la oportunidad a los alumnos de ser capaces de desarrollar, por sí mismos, su conocimiento, lo cual nunca se va a lograr si la enseñanza está cerrada al mundo exterior y se continúan privilegiando las pruebas estandarizadas; clases obligatorias divididas por edades; sistema de calificaciones, de premios y castigos; presiones sobre maestros y alumnos; horarios estrictos y un total encierro.
En conclusión, para cumplir con la educación siglo XXI desafíos y retos, debemos contar con planes de estudio de vanguardia e innovadores, el docente debe hacer pensar, tiene que conmover y emocionar, tiene que remover o provocar al estudiante. El docente debe despertar el deseo de observar a sus alumnos, que aprendan, que se apropien del conocimiento, que sean innovadores y que sean personas de impacto positivo en la comunidad. Todo ello acompañado y facilitado por el motor de la tecnología.
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Directora de Formación y Desarrollo en The Globe